miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 6



EL PRINCIPIO DEL FIN

Esta situación realmente me está volviendo loco, Alejandro es un maldito infeliz, no sé cuál es   el efecto que tiene en mi cuerpo, ni en mi mente, pero parece una fuerza de gravedad, llamándome hacía su lado.  Pero nada en la vida es simple y sencillo, Alejandro no quiere estar a mi lado, él quiere simplemente andar, o correr o volar, o correrse en cualquiera mientras vuela. Tal vez sea el efecto de la marihuana, pero estoy por pensar que lo que me está haciendo Alex es exactamente lo mismo que le estoy haciendo a Ana Maldita sea! la maldita vida nunca dejará de hacerme tragar mis propios actos? A la mierda todo esto.
 En un ataque de ira me levanté de la cama, me acerqué al tocador del baño y empecé a romper todo lo que estaba a mi lado, gritaba, MALDITA SEA, MALDITA SEA! en ese momento mi vida parecía ser insignificante. Entonces decidí salir. Salir a algún lugar, caminé y caminé por las calles, no tengo muy presente donde estaba, porque realmente no prestaba atención al camino. Solo a mi cabeza que seguía diciéndome que yo era un maldito infeliz.
 En un momento me encontré en frente del bar, el maldito bar donde había visto por primera vez a Alex, no supe que hacer, no me moví para ningún lado, solo me quedé en la puerta, mirando, recordando, sintiéndome como un idiota por hacerle daño a Ana y por hacerme daño con una persona como Alex. Mientras miraba para el pasado, salió una pareja, la puerta se abrió y vi de fondo a Alex...
 Por un momento todo pareció tener sentido en mi cabeza y mi corazón, su cara perfecta, su barba desordenada, su cuerpo todo parecía estar llamándome, pero él no me había visto, yo no podía apartar mi mirada de su ser... Pero de pronto me doy cuenta que está mirando a alguien de una forma tan especial, tan diferente a como me mira, tan lleno de luz, paz y tal vez ¿amor? MIERDA, me repito, MIERDA, MIERDA, MIERDA cada paso era una MIERDA; Me acerqué un poco más, sin que me viera, y el corazón me dio un salto. Creo que se me paso el efecto de todo lo que me había fumado, alguien cogió mi corazón y lo volvió trizas, Alex y Cata cogieron mi corazón a dos manos y lo oprimieron hasta hacer saltar sangre por todas las paredes de la habitación.
 Ellos nunca me vieron, pero yo sí y esa imagen nunca la voy a olvidar, mi cabeza es traicionera, pero no tanto, Alex  se había ganado un enemigo más y Cata... Cata, ¿Por qué tenía que ser Cata?, no pudo haber sido con la zorra de Ali  o con la despreciable Nana, no, en definitiva tenía que haber sido mi hermana.
 Mientras mi cabeza giraba, mi cuerpo me pedía sexo, entonces decidí salir a buscar a Ana, esa idiota siempre estaba disponible para mí, cogí el teléfono
Ana entró, ninguno de los dos dijo una sola palabra, pero en sus ojos había amor y deseo, en los míos solo furia y ganas de olvidar todo lo que vi, cuando ya había cruzado la sala, la cogí por la cintura, le di un beso fuerte, mi lengua jugaba con la suya, le cogí las manos por encima de su cabeza con una mano, mientras con la otra le abría el botón del pantalón, logré quitarle esos horribles jeans baratos y con su ropa interior le amarré las manos.
 Todo el tiempo estuvieron por encima de su cabeza, luego me quité la corbata y de una forma no muy suave, le tapé los ojos, ella gemía de placer, o de dolor, no estoy muy seguro, pero fuera lo que fuera me hacía sentir más y más caliente.
 Sus pechos eran perfectos, grandes, redondos y con un color hermoso, un rosado que parecía algodón de azúcar, mordí el izquierdo con mucha fuerza, mientras con la mano oprimía el derecho, ella movía su caderas, pero yo no quería tocarla, solo quería azotarla y explotar. Le di la vuelta y ahí encontré sus nalgas, blancas, casi perfectas instintivamente mi mamo cayó sobre una de ellas, no con mucha fuerza, pero el placer era inigualable, así que lo repetí pero con mucha más fuerza, el sonido fue casi sordo, ella grito, me gustaron esos dos sonidos, así que lo hice una y otra vez, mis nalgadas fueron extremadamente fuertes, Ana lloraba, pero no quería que parara, nunca dijo lo contrario. Me detuve por un segundo y la observe, esta mujer realmente era hermosa y yo era una bestia.
 Estaba contra la pared que divide la sala de la cocina, yo detrás de Ana, así que metí mi mano entre sus piernas y ahí estaba ella, lista, mojada y caliente por mí. Toqué su clítoris y moví mis dedos al ritmo de su respiración, Ana se movía y se quejaba, gritaba y se cogía sus largos cabellos, ya estaba llegando a su orgasmo, entonces saqué mi mano, ella gritó de desesperación, lentamente introduje un dedo, lo moví en círculos mientras el otro tocaba su clítoris, luego metí otro y sentí lo mojada que estaba por dentro, estaba cerrada y sus músculos se contraían alrededor de mis dedos... no quería que tuviera su orgasmo, esta vez era para mí y no para ella, pero ahí estaba lo tuvo y descansó. No dejé que terminará de acoplar su respiración y la penetré con mucha fuerza por el ano, ella grito esta vez estoy seguro que fue de dolor, me moví y mis embestidas llegaron fuertes y llenas de ira. Ella solo gritaba y su cadera se estremecía bajo mis manos, se movía y trataba de satisfacerme... el clímax llegó y así un trozo de tranquilidad.
 La saqué de mí, me fui al baño sin decir palabra, me metí en la ducha para bañarme y ahí estaba de nuevo, la imagen seguramente me iba acompañar por toda la vida.
- ¿Qué esperas Ana que no vienes? ¿O no quieres más de mi?
- Oh, claro que quiero más - Ana venía corriendo.
Me sequé las lágrimas que se disfrazaban con el agua, esta vez Ana tomó la delantera y me acarició el cuerpo, ¿con amor? - no te preocupes, todo va a estar bien - Decía mientras me besaba el pecho - Sabes que lo que sea que necesites siempre voy a estar para ti. Esas palabras entraban en mi piel, no quería pensar, así que puse un dedo sobre su boca, ella lo chupo de una forma maravillosa, luego me miró fijo, se arrodilló y me la chupó. La succionaba con fuerza y sus dientes jugaban con la punta, mordía un poco fuerte, pero delicioso, con su lengua rosaba la punta y me miraba mientras lo hacía, estaba arrodillada frente a mí, yo veía sus senos y mi pene en su boca. No quería venirme aún, pero ella y su boca experta lo lograron.

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