LA BODA DE SUS
SUEÑOS
Mi secretaria me pasó los mensajes en cuanto
llegue a la oficina, luego de una aburrida reunión, me sorprendió encontrar que
Allí había llamado, eso no era normal y menos en mi oficina, cuando me fije en
mi celular, tenía un par de llamadas perdidas de ella, le devolví la llamada y
no contestó, pero era fácil averiguar que necesitaba.
A las 7:30 estaba en el restaurante, Allí,
estaba en una mesa escribiendo, me acerqué muy despacio, pero ella me sintió de
inmediato, contrario a lo que pasaba usualmente, esta vez me fulminó con la
mirada, secamente me dijo –Siéntate -me sentí como cuando empecé a trabajar con
mi papá y me regañaba por todo.
-Quisiera saber qué es lo que pasa por tu
cabeza de marica, ¿aun sigues pensando en casarte?- realmente estaba furiosa,
no supe que decir, y solo asentí con mi cabeza, Nana llegó esta vez pero no
para salvar la noche.
Subí la voz, realmente estaba gritando,
-Ustedes dos par de perras, hicieron crecer al gigante al comprar el maldito
anillo, - cálmate amigo, y baja la voz me dijo Nana, algo preocupada, y me
contaron todo el rollo. Resulta que Ana Sofía estaba como loca en un centro
comercial buscando el anillo perfecto, les decía a ellas que veía como pasaba
la gente y la miraban con cara de loca, que la vieja estaba en un éxtasis que
solo ella sentía, que escuchaba voces por todos lados y veía las vitrinas con
una mirada insana. Entró a la joyería más cara que encontró para comprar el
anillo perfecto, efectivamente lo encontró, era el más caro de todos, estaba
decidida en comprarlo, pero Alli y Nana no la dejaron, ellas tenían claro que
esto era una idiotez y le dijeron que le comprarían el anillo que ella se
merecía, la sacaron de ese ostentoso lugar y la llevaron la tienda del lado, le
compraron un anillo de lata, parecía sacado de la calle y hecho por un hippie
roñoso.
Estaba también buscando el vestido, se compró
un Vera Wang, fue traído por encargo y hecho a medida, seguramente le costó una
gran cantidad de dinero, pero no me importaba, ella era quien estaba pagando
sus locuras, así que de cierta forma no me importaba que yo tuviera que pagar
el resto de la boda, me dijo que tenía que comprarme un traje, pero le dije que
ya tenía uno, lo que ella no sabía era que yo pretendía usar el traje Dolce que
siempre uso para las reuniones importantes.
La recepción ya estaba programada, iba a ser
en el hotel Sheraton el domingo 3 de septiembre, aún me quedaban una eterna
semana de vida, el cáncer llamado Ana me estaba consumiendo a cada segundo que
pasaba, al parecer ya había hecho metástasis. Fue en ese justo momento cuando
desperté y me di cuenta que todo ese cáncer lo había provocado yo, cuando se me
ocurrió la linda idea de seguir la imagen que todo el mundo tenía de mí.
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