miércoles, 26 de febrero de 2014

Capítulo 4


EMPIEZA LA TRAGICOMEDIA


Llevaba un mes y medio viendo a Ana Sofía, realmente era ella quien me veía a mí, yo solo aprovechaba el tiempo en tener sexo, después de todo tirarse una mujer de vez en cuando no era tan malo, mi jefe, mi papá y todo el mundo esperaba que yo me casara así que un día mientras le daba duro por detrás lo solté, le dije que se casara conmigo, ella contrario a lo que yo pensaba tomó esto como la declaración mas romántica de la historia, y aceptó sin siquiera detenerse a pensarlo un segundo, luego de eso le dije que estaba todo bien, pero que necesitaba un tiempo a solas, tomé el teléfono, llamé un taxi y la envié para su casa, no sabía que ese era el peor error que cometería en toda mi vida.

Para pensar en otra cosa y relajar la pelvis fui hasta la candelaria, me fumé un porro y caminé muy despacio, porque si vas con un buen traje la policía no se toma la molestia de mirar que estas fumando. Entré a un bar no tan agradable de música suave, alguien toca la guitarra, no era muy diestro, no sé si eran los elevados niveles de THC en mi sistema, pero algo hacía que este sonido me hipnotizara; miré hacia la pequeña tarima del bar y me fijé en el individuo que tocaba, era un hombre realmente sexy, caliente como el demonio; su cabello negro y despeinado caía justo en sus hombros, sus ojos eran más negros que la noche, una barba cerrada y un gabán que combinaba de forma perfecta con esa vieja guitarra.

Lo miré fijamente, al sentirse observado me miró fijamente a los ojos y me perdí por un segundo, no sé cuánto tiempo pasó, este hombre dejó de tocar y caminó directo hacia mí,
-        - ¿me invitas  un trago? - sin siquiera pensarlo respondí –claro, pero si me dices tu nombre.
-           -  Me llamo Alejandro pero si vamos a mi casa me puedes decir Alex.

Nunca nos tomamos ningún trago, preferí decirle Alex. En el taxi no cruzamos palabra, el se dedicó a darle instrucciones al taxista sobre cómo llegar a su apartamento, mientras tanto yo me preguntaba ¿qué putas estoy haciendo?, sin embargo y siguiendo el sabio consejo de mi hermana por primera vez, creo, me deje llevar por el momento… Y ahí estábamos en la puerta de su no muy agradable apartamento en una zona no muy elegante de Chapinero. Era una apartamento pequeño, casi del tamaño de mi cuarto de huéspedes, era sucio y sin absolutamente nada de estilo, pero en fin yo solo quería conocer la cama, la cual como me lo imaginaba no era una maravilla.

No esperó que yo terminara de entrar al cuarto cuando cayó de rodillas frente a mí, desesperadamente se deshizo de mi correa y bajó la cremallera del pantalón y lo dejó caer sobre mis pies, dos segundos después estaba sintiendo como su boca me follaba, inigualable, mejor que la tonta de Ana, no dejó que yo me viniera en su boca, paró, me miró fijamente y me llevó hacía la cama, ninguno cruzó palabra, sencillamente se limitó a llevar mi cabeza hacía su pene, se estaba quintado los pantalones… nunca se lo había mamado a  nadie en mi vida, esto de seguro sería una prueba para mi “diestra” boca. Efectivamente lo hice, me sentí como nunca me había sentido, solo quería darle placer, y su placer también era el mío.

Pensé que iba a venirse en mi boca, pero esta vez el dominante no era yo, tomó mi cabeza con sus manos, me levantó y trató de ponerme en cuatro; nunca me ha gustado ser un puto pasivo y esta vez no iba a ser la excepción, así que lo tomé fuerte de su brazo, le di la vuelta y cayó rendido ante mí y le demostré quien era el dominante. Lo penetré, con fuerza, sin delicadeza pero con la firme intención de darle el placer que se merecía, mientras le susurraba cosas sucias al oído podía sentir como su excitación crecía, sorprendentemente nos vinimos al mismo tiempo, nunca nadie me había dado lo que Alex me dio.

Caí rendido en la cama, por un segundo pensé en quedarme toda lo noche, pero él nunca lo pidió, así que tomé mi ropa mientras él estaba en el baño y salí. Esto había que celebrarlo, me fumé otro porro. Toda esta situación era extraña, el mundo parecía estar al revés y mi vida parecía estar tomando un rumbo diferente; pensé en Alex toda la noche, lo imaginé en el apartamento de mi familia en Santa Marta, imaginé mientras se lo presentaba a mi familia, fue tan cursi todo que me asusté y dejé de pensar idioteces.

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