miércoles, 19 de febrero de 2014

Capítulo 3


MI YO HETEROSEXUAL

Yo tengo muy claro que me gustan los hombres, pero ella y los tragos, lograron que de mi entre pierna saliera el monstro que tengo adentro. A partir de ese momento dejé de ser yo mismo y me volví un marica heterosexual. La cogí con fuerza contra la pared y le di un beso duro y sucio. El beso pareció durar una eternidad, ya sentía la fuerza en mis caderas y su humedad, aunque no la había tocado, todo se llenó de electricidad, pasé mis manos por todo su cuerpo, palpé sus pezones duros, mi excitación seguía creciendo mientras mis manos descendían aún más, sus caderas se movían de forma instintiva hacía mi cuerpo, el frenesí de emociones se apoderó de mí, bajé las manos hacía su vagina y ahí estaba… completamente mojada, yo no podía esperar más, así que la puse de espalda contra la puerta, subí su vestido sin ninguna sutileza y arranque sus tangas; sin dudarlo ni un segundo la penetré con fuerza, no me interesaba si estaba cómoda o no, solo me interesaba venirme. Hacía muchos años no sentía una vagina que se contraía con la entrada de mi pene, esta sensación me invadió y me vine. Ella no llegó al orgasmo, creo, realmente no me importó.

Bajó su vestido, abrí la puerta de la habitación y cerré la puerta en sus narices, me tumbe en la cama hasta que Cata me despertó con un café en la mano.

La mañana me vino como un puño en mis narices, me di cuenta lo que había hecho, eso era lo que decían mis amigos cuando sentían el guayabo emocional, recordé todo lo que había hecho y me sentí sucio. Ella seguramente no se merecía esto, pero igual es una fácil, me estaba debatiendo si contarle a Cata o no, cuando de repente la veo entrar con el desayuno y me saluda con una sonrisa tímida y me dice – Hola Nick ¿cómo estás?, ¿qué tal tu noche? – y soltó una tímida sonrisa morronga. – no muy buena, y la tuya – le dije con rabia – la mía, excelente. Cata me miró fijamente a los ojos y un segundo después le dijo a Ana Sofía que se fuera.

-          ¿Qué carajos has hecho Nicolás? – traté de hacerle la cara de consentido que siempre le hago para tranquilizarla, pero esta vez no me funcionó - ¿Te tiraste a Ana Sofía? – me preguntó directamente, me sentí perdido, pero me tocaba soltarlo, quien mas sino ella para darme un consejo

-          Si, la verdad tuve un momento de debilidad anoche – no atiné a decir nada más

-          No lo puedo creer, a Nicolás Jaramillo se le secó la canoa – dijo con sus ojos como platos.

-          Bueno, no lo pongas de esa forma, sencillamente era lo había a la mano

-          Cuidado con esa vieja, es una desorientada, mañana querrá casarse contigo – dijo a manera de sentencia.

 

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