lunes, 23 de marzo de 2015

Sepia- Por AC

No sé cómo sucedió, quien empezó con el juego, quizás simplemente fui dejando que todo sucediera momentáneamente, como cuando esperas que llegue el otoño y ves las hojas de los arboles caer y todo se vuelve de ese dulce y maravilloso sepia. Lentamente me dejé llevar por la  tensión y la emoción de aquellos suaves momentos en donde su mano rosaba mi mejilla,   y luego trataba de convencerme a mí misma de que estaba loca me olvidaba del tema y seguía con mi vida,-bueno, eso decía yo bastante convencida- pero el ego siempre te hace tropezar, sobre todo cuando pensamos tenerlo todo bajo control y negamos al amor y no lo dejamos ser  en el exterior, ser libre.  Por eso la mayoría de las noches aunque no quisiera caía  en un estado de  reflexión en donde aparecían las mismas preguntas, -¡tenia tantas dudas al respecto!- era un poco abrumador solo pensar en él, pero era inevitable, creo que en el fondo me gustaba pensarlo, (contradictorio, ¿no?). Sólo me dedicaba a repetir  imagen por imagen en mi mente de todo nuestro tiempo juntos, me acordaba de  su boca, de su pelo, de su ropa,  de su particular forma de caminar, de sus abrazos largos y profundos, del suspiro que hacia cuando me saludaba y de su nariz en mi cuello disfrutando mi olor, de cuando me cogía la mano o de sus maravillosos y profundos ojos negros fijos en mí, me acordaba tanto de cada una de sus palabras, que las escuchaba una y otra vez en mi mente - ellas fueron las que me hicieron enamorarme secretamente y perdidamente de él- sus hermosas y sinceras palabras, -¡Claro! también de su constante preocupación por mí - y después de tantas imágenes, llegaba a mí la desesperación y  miles de pensamientos los cuales me hacían odiarlo, odiar cada una de las sensaciones que acababa de tener. No podíamos tener nada juntos porque era mi mejor amigo, compañero de lucha, yo era como su amigo incondicional, al que pedía consejos para ser exitoso con las chicas, era como si fuera uno más de mis hermanos, además tenía novia, yo lo había ayudado a enamorarla, ella también era mi amiga y en mi mente no dejaban de aparecer los típicos fantasmas: ¿Tengo miedo? ¿A que le tengo miedo? ¿Por qué no es posible traspasar las barreras sociales? ¿Realmente es tan imposible amarlo? ¿Es imposible que me ame? Nunca encontré una respuesta que fuera lo suficientemente válida para dejar de amarlo o para amarlo más...

Ahora, a pesar de  haberme lamentado posteriormente por mi forma de actuar con respecto a él me doy cuenta que toda esa experiencia ha sido perfecta, porque paso como debía pasar y en el momento justo, ademas me hizo crecer y me ayudo a abrir la mente y explorar cosas que no había explorado, es perfecta porque aun hoy en día sigo escuchando sus palabras, con menos frecuencia, pero sigo escuchándolo y lo amo, amo su reflejo y lo que dejo en mí, amo su semilla y lo que trato de enseñarme porque eso me ha permitido ser una mejor persona, una persona más consciente de sus acciones, mas consciente de sí misma, más abierta a las posibilidades, me permitió aprender a generar en mi misma mi propia felicidad, a tolerar mis demonios, a entender y sobrellevar mis cambios de ánimo (esto lo entendí hace poco recordando uno de sus consejos),  pero lo que más amo de toda mi experiencia con él, es que aprendí a cultivarme yo sola, aprendí que aunque tenga un lado oscuro, como todos, puedo siempre cultivar el bueno y sacar provecho de él.

Nunca dejaré de amarlo, pero eso no quiere decir que no pueda amar a otro. El amor tiene muchas maneras de manifestarse y lo que siento por él no es como el típico amor romántico, (como el de las películas de los gringos). Es algo más profundo que llevare por siempre, no esclavizada y torturada por su recuerdo, sino como algo que pertenece a mí, que me pertenece, que me ayudo a construir en algún momento y de lo cual me sentiré orgullosa toda la vida....

Y como las hojas que caen en otoño, así mismo cayó mi amor. Esa hoja seca y café en el suelo es la prueba del maravilloso verde que fue antes de caer, Una vez se acaba el invierno, en las ramas, otra vez aparece la vida y se repite el ciclo. 

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