Y es que mi
misión en la vida es ser científica jajajaja yo me rio pero ustedes no carajo,
resulta que en este delicioso trió soy la sucióloga (socióloga) y en la vida
real soy una enamorada pero frustrada estudiante de la ciencia social más
odiada por el universo, pero finalmente es la ciencia que mueve al mundo, esto
a manera de contextualizarlos o más bien de llenar de basura este post.
El tema es que
siempre he sentido cierto “síndrome de superioridad” en cuanto al arte de la
crítica y el chismoseo, pero cuando han criticado algo que a mí me gusta o lo
que es peor me han criticado a mí, me enojaba pero me hacia la de la vista
gorda, lo que es muy fácil porque soy cegatona, sin embargo con los años que no son muchos pero si
suficientes, puede decir que no hay nada que alimente más el ego que la
crítica, si, parece loco pero es la cochina verdad, lo primero que uno piensa
cuando lo critican es que le tienen envidia, y lo segundo es que no tienen ni puta
idea de quién es uno y si vienen a hablar mierda, díganme si eso no es ser muy
sobrado, yo creo que sí lo es.
Pero realmente lo
satisfactorio de ser criticado es dejar callada a la persona que habla a boca
llena creyendo que se las sabe todas, créanme yo disfruto tanto haciendo eso,
es que mi científica mente corre más rápido que la de la mayoría, mientras
hablan basura yo tengo tres millones de argumentos para refutar lo que dicen,
sin embargo también he lanzado juicios a la ligera muchas veces y seguramente he ocasionado
molestias y en otras ocasiones he alimentado algunos egos, yo culpo al síndrome
de superioridad, a veces uno cree que tiene la última palabra en todo y
realmente no sabe ni mierda.
Con esto no estoy
diciendo que criticar este mal o que yo deje de hacerlo, pero creo que una de
las lecciones que me ha dado la vida por estos días es esa, una cosa es
disfrazar las palabras para decirlas, que realmente nunca ha sido mi estilo, y
otra es aprender a decir las cosas y hacerlo en el momento indicado y de la
forma indicada, pero sobre todo he aprendido que por más ganas que tengas de
decir algo a veces es más sabio callar.
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