Buenas noches chicos y chicas
El siguiente es un relato que hice pensando en cosas que a veces nos tocan mucho a nosotras las chicas, en la mayoría de los casos. Este en particular es la obsesión por ser delgadas. Muchas veces este tipo de pensamiento o miedo, no es naturalmente nuestro, a veces es la obsesión de otros y simplemente lo tomamos como algo propio. Todos estos miedos no permiten que nos queramos a nosotras (os) mismas (os) como somos, y que no tengamos una buena relación con la comida, y de allí decenas de malas relaciones con todo lo que nos rodea. Este tipo de miedos también los vemos reflejados en cuestiones como la sexualidad. De estos miedos y tabues sufren la mayoría de las chicas, pero el problema más grave es cuando convertimos ese miedo en una patología como lo son la bulimia o la anorexia. Espero poder trasmitir bien el mensaje que tengo para todas y para todos con mi relato. Algo largo el post pero pues hace mucho no publicaba nada...
“Es difícil comprender donde poner el corazón, con el transcurso de los años la respuesta se hace más difícil”
Esa fue la última frase que leyó en un escrito de su cantante favorito. No pudo seguir leyendo porque esto la impactaba, no le daba un sentido a esas palabras unidas para formar una idea de tal magnitud. Para Érica el corazón era un músculo y su lugar: El lado izquierdo del pecho.Su función, la resumía en bombear sangre para hacer funcionar el cuerpo. (Ella no lo notaba pero su cuerpo estaba esquelético).Érica pensaba que todas esas ideas del corazón y los sentimientos eran una mentira, no creía en el amor ni nada que se le pareciera, eso era parafernalia consumista. Una forma de mantener a las personas idiotizadas, inmersas y perdidas en estados que distraían la atención de la realidad, de lo tangible… Era todo tan cruel y crudo que no podía entender como su cantante favorito ahora le decía que su corazón debía colocarse en algún lugar. Sus palabras evocaban que se siente con él y además de eso, Era necesario que lo pusiera en alguna parte. Pero si fuera cierto, ¿Cuál era el lugar de su corazón?
Era 2010, Llovía, “A cantaros” como decía Doña Anita, la abuela de Érica. Ella estaba fría como un hielo, pero no llevaba chaqueta, tenía la costumbre de aguantar frio. Sus amigas decían que así quemaba más calorías. Sí, tenía una obsesión con su peso. Quizás eso no era precisamente lo que quería hacer o pensar, pero su abuela no hacía sino decirle: “Mijita, mire como tiene esa panza, está muy gorda y fea, cuando le den ganas de conseguir novio, no lo va a conseguir” Érica respondía realmente asqueada: “Abuelita yo no quiero novio” y su abuela repetía todos los días agregándole aún más cizaña a sus frases: “¡Ya verás, ya verás! Yo tengo razón, ¡deberías tomar esta agua de piña a ver si te ayuda!”Érica cansada de tanto parloteo les contó a sus amigas que se sentía aburrida, su abuela no hacía sino recalcarle su gordura. Catalina junto con Dora y Maddy dijeron de forma despectiva y burlona:
-¡Amiga!, tu abuela tiene razón, te engordaste y ya no te vez tan linda.
A lo que Dora agregó:
-Maddy encontró una manera para solucionar tu problema, ¡cierto Maddy!¡Dile que tiene que hacer!
Respondió Maddy, bajando la voz para que no la escucharan:
-¡Vamos al baño del tercer piso!
Salieron corriendo rumbo al tercer piso, Maddy tenía en sus manos una botella de agua grande y una bolsa llena de dulces, chocolates y galletas. Érica se preguntaba cómo iba a adelgazar con tanto dulce, nunca se le paso por su mente – un poco inocente- la propuesta que tenían sus amigas por hacerle. Llegaron una tras otra riéndose como si estuvieran haciendo una travesura y Dora Moviendo su larga melena dorada y larga le dijo a Catalina: “Comamos” y le ofrecieron a Érica. Maddy le dio la siguiente instrucción:
Mira Érica, lo que debes hacer es tomar mucha agua antes de comerte todos esos dulces, y debes masticarlos bien, pero ¡mírame! Debes masticar muy bien. Cuando te sientas satisfecha, tomas tres sorbos de agua más y metes tu dedo índice hasta el fondo de la garganta, así inducirás tu vómito y todo lo que comiste será desechado con solo bajar la llave del baño. ¿¡Listo!? Es muy fácil, así no dejas de comer lo que te gusta pero adelgazas y tu abuela dejara de criticarte.Además –Le dijo de manera ofensiva- Así gorda no podrías seguir andando con nosotras. ¿Cómo vamos a una fiesta contigo si no podemos escoger un vestido que te entre de nuestras tiendas favoritas?
Así inició la cruzada de Érica. Ella hacia caso a todas las recomendaciones que le hacían sus amigas. La segunda vez que intento su gran hazaña, estaba en su casa. Comió con muchas ganas, sentía una desaforada codicia por la comida, tenía ganas de arrasar con todo a su paso, pero todo lo masticaba bien, recordaba las palabras de Maddy “Entre más mastiques, más fácil saldrá” Por tal motivo lo hacía hasta por 80 veces con cada pedazo, pero no se llenaba. Comió y comió hasta que se sintió culpable, se miró al espejo repudiando no poder llevar una dieta normal, no tener un cuerpo normal, repudió que todo el mundo la odiara con su pequeña. (Ella ya la veía grande) Panza. Se fue al baño con un tarro de agua y empezó a beber y a inducir su vomito. Era un vomito liberador, entre cada arcada se sentía más y más placer, sentía que se limpiaba de todo lo que la acomplejaba. Le quedo gustando la sensación hasta que poco a poco se hizo experta en el arte de dañarse a sí misma para hacer felices a los otros.
Entre cada día que pasaba Érica se iba haciendo más reservada, más callada, más irritable. Su periodo dejo de bajar, así como sus kilos también bajaron, llego a los 49 kilos, 7 kilos menos de los que debía pesar. Para ese entonces ni Maddy, ni Dora y mucho menos Catalina eran sus amigas. De hecho, ella sentía que no tenía amigos en el mundo. Su abuela, la única familia que conocía hasta ahora, no hacía sino pelear con ella, todos los días. Era su rutina diaria, ir al colegio, recibir burlas de todos sus compañeros, regaños de sus profesoras por no ser buena estudiante y llegaba a su casa en donde se aguantaba la cantaleta por más de 3 horas. Doña Anita repetía a diario:
- Niña ¿porqué no comes!? ¡Mira que te quedas en los huesos!
-A ti quien te tiene contenta. Es tu culpa, acaso ¿no me querías flaca? Gritaba Erika con rabia en la mirada
Y todos los días las mismas palabras, ofensas y dolores.
Una noche de cielo despejado, como cualquier otra noche, Érica tuvo un ataque de ansiedad. Siempre le daban esos ataques, sobre todo cuando no entendía el sentido de las cosas. Quería saber dónde poner su corazón. Si pensaba en algún lugar, no lo tenía. Su abuela no la comprendía, o ella no comprendía a su abuela. Sus amigas no la querían por un lio con un “muchacho” de la escuela, sus notas no eran lo que esperaba, y no encontraba con que identificarse, alguna pasión en donde poner su mente y distraerse. Su única amiga era la comida y al mismo tiempo era su enemiga, sin encontrar respuesta, salió al supermercado de la esquina, entre mas se acercaba al supermercado, mas ansiosa se sentía, quería comer, comer hasta llenarse para luego quedar vacía como siempre quedaba, esa sensación que la hacía sentirse melancólica pero que según ella la mantenía con los pies en la tierra, estar vacía era afrontar la vida con fuerza. Cuando estaba llena se llenaba de ideales, de cosas sin sentido. Sentía una extraña felicidad que no le daba nadie, pero luego se acordaba de la imagen en el espejo y se daba cuenta que la felicidad que le producía esa comida era mentira y como quería liberarse de esa mentira vomitaba.
Luego de comer chocolates, galletas, cereales, gaseosas y demás Érica terminó en el baño pero esta vez tenía un ataque nervioso, empezó a vomitar y a vomitar cuando sintió que todo estaba afuera, se durmieron sus brazos, su corazón se aceleró, ella veía que todo le daba vueltas y de repente cayó al suelo, haciendo que se callera con ella un estante del baño, lo que la salvó de morir en ese momento. Su abuela escucho el “totazo” y se levantó a mirar que su nieta estaba tendida en el piso. Doña Anita llamó a una ambulancia. Érica casi muere esa noche de un paro cardiaco.
Al despertar y ver a su abuela preocupada por ella, ver como sus manos estaban llenas de agujas y su respiración era facilitada por un tubo. Comprendió que su corazón ya tenía un lugar, y era el lugar equivocado, era el lugar que siempre habian querido los otros, (su abuela, sus amigas, sus compañeros y profesoras), Era un sitio en donde ella hace mucho tiempo decidió ponerlo. Él se encontraba en función de la felicidad de otras personas. Por eso era un corazón triste y melancólico, un corazón sin un lugar fijo. Había entendido que su cantante favorito estaba peor que ella y por eso decía no saber el lugar del corazón, pero ella lo comprendía ahora. Ella ya sabía cuál era el lugar donde debe estar todo corazón en la tierra, el corazón de cada persona debe encontrarse en un lugar propio. Se debe colocar en función de la felicidad de uno mismo, no como una felicidad egoísta en donde se pasa por encima de los demás, pero es necesario ser feliz primero con uno mismo y luego reflejar esa felicidad en los otros.
Érica luchó con su inseguridad después del accidente, lucho contra su temor ante el espejo. Quiso algunas veces que su vientre fuera plano mientras se decía a sí misma no seguir más esos ideales, no quería seguir engañándose para gustarle a los demás. Se sentía aturdida y confundida, todo le recordaba su lamento, su culpa por comer y por no comer la estaban enloqueciendo. Quería ayuda, que alguien la sacara del dolor, del lado oscuro que se la comía y no la dejaba respirar. Lastimosamente no tenía dinero para un psicólogo. Lloraba todas las noches sin saber que pasaba con ella.
Tomo antidepresivos con la esperanza de que la ayudaran a reponerse, también se inscribió en un ciberespacio que proclamaba la autoestima y daba apoyo a las personas que sufrían de Anorexia purgativa. Pero lamentablemente su corazón estaba contaminado por la enfermedad mental, los anuncios, las chicas flacas y “felices” caminando por la calle y su soledad, esa que la había hecho sentirse vacía siempre, su corazón se paro, no soportó estar en función de los otros. El corazón de Érica nunca fue feliz y decidió liberar su alma.
Que cada dia sean mas libres de toda atadura mental, social y propia.
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